A los 83, el maestro de la guitarra blusera da sus versiones sobre las canciones que cambiaron su vida, siguiendo una cronología didáctica. --
El nuevo disco de B.B. King se abre con un tema emblemático: See That My Grave Is Kept Clean (Ocúpense de que mi lápida esté limpia) compuesta por Blind Lemmon Jefferson y que alguna vez eligiera Bob Dylan para su álbum debut. Aquí parece formar parte de una despedida. La serie de clásicos del blues elegidos por King junto a su productor, T Bone Burnett, arman un emotivo y estupendo viaje al pasado. King quiso repasar un repertorio al que admira y que le causa placer: en su sitio se puede ver una filmación en la cual afirma que justamente el tema de Jefferson es su canción favorita. Y Burnett fue en busca del sonido que escuchó en un recital en vivo de B.B. en Dallas, durante 1965.
Para ello armó una banda base con veteranos de primera línea: Dr. John en el piano, Jim Keltner -ex integrante de The Band- en batería, y el bajo acústico de Nathan East, quien alguna vez tocó con Eric Clapton. Pero el protagonismo pasa, como sucede casi siempre, con B.B. King, por su voz, esta vez más apaciguada que de costumbre, y por su mítica guitarra Lucille, menos predispuesta a dejarse llevar por el exhibicionismo de alguna de sus últimas grabaciones. Lo que permite redescubrir muchos matices del modo de cantar y de tocar de King que habían quedado relegados, sobre todo la melancolía y la pena, que aparecen de manera conmovedora en Backwater Blues, una bella composición de Lonnie Johnson. La banda, a la que se agregan vientos y teclados en algunos temas, aporta un continuo de swing y sentimientos sobre el que discurre el solista de modo permanente e imaginativo.
Esta caminata por el pasado se conecta de manera directa con el lugar que ha ido ocupando King en la historia del blues. Hoy es, junto a Buddy Guy, casi el único exponente de una parte de la historia más gloriosa de un género que nació para cantar las tristezas de un pueblo al que le habían cambiado la esclavitud por la segregación. Fiel a ese lugar, realiza casi doscientos conciertos al año, pese a sus 83 años recién cumplidos, tiene un programa de radio semanal y ha fundado en el estado de Missisippi el B.B. King Museum and Delta Interpretive Center, dedicado a la historia del blues y a la suya propia. One Kind Favor, grabado a mediados del año pasado, responde a ese mismo espíritu de mantener y difundir esa historia y recorre no sólo los temas sino también los estilos que ha ido adquiriendo en su trayecto el blues, los más puros así como los que vinculan al blues con el rock, con la balada -como Tomorrow Night, el único punto flojo del disco-, con el jazz. Tiene algo de legado a la posteridad, pero por suerte en manos de un músico entusiasta y bien humorado que no cree en solemnidades, lo que hace que suene intenso y vivo. Como un buen blues.
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