En la noche de River Plate, la banda que capitanean los Gallagher ofreció un concierto visceral y consistente. They are rock & roll stars!
Es complicado sostener que un grupo visitó Argentina en su mejor momento cuando nunca pudo superar la grandeza de sus dos primeros discos, hace años que no recibe acogida en la cima de los charts y sus nuevas canciones no llegan ni a los tobillos de sus clásicos históricos. Sin embargo, el show que Oasis brindó en la noche del domingo podría avalar cualquier definición descabellada.
Con lo que quizá sea la alineación más consistente de toda su trayectoria, la banda de Manchester desfiló por la arena de River Plate como una verdadera “aplanadora del rock”. Viscerales y contundentes, apoyaron su concierto sobre una pared de guitarras y distorsión.
Así, después de que Estelares, Mole (a pesar de la ausencia del guitarrista Andrés Alberti -expulsado del grupo-, se destacó dentro del combo local) y Los Tipitos, Oasis arremetió con el imponente “Rock & Roll star” y el estadio estalló.
Para qué buscar un trabajo cuando no vale la pena trabajar / es una loca situación / pero todo lo que necesito son cigarrillos y alcohol” (“Cigarettes and alcohol”), cantaba Liam Gallagher y las 25.000 almas sacudieron el Monumental, después de que la bombástica versión de “Lyla” y que el marcial “The shock of the lightning” preanunciaran una noche espectacular.
A esta altura, los creadores de “Live forever” (resaltó la ausencia de este hit en la lista y el público lo remarcó), eran una usina rockera. Con su pose de hooligan, Liam marcaba los tiempos de un combo que ganó con la incorporación de su nuevo baterista, Chris Sharrock (el ex The La’s no es tan sutil sino más rustico y potente… ideal para la música de Oasis).
Mientras un cartel con su cara y la inscripción “God” brillaba entre la multitud, Noel Gallagher desparramaba carisma, arrastrando a los guitarrazos a esa joya que es “The Masterplan” como sacándole músculo a su voz en “The important of being idle”.
En este sentido, el set list fue soberbio. “To be where there’s life” (psicodelia pura), “Songbird”, “(What's the Story) Morning Glory?” (otro punto alto), “I’m outta time”, “Wonderwall” (siempre conmovedor) y “Supersonic” arrasaron por belleza melódica y garra. Cada detalle de la velada auspiciaba para que la banda dejara aflorar su buen humor.
Desde Liam, quien se tomó un tiempo para dedicar una canción a las chicas que estaban al frente del escenario, desplegó una bandera que le obsequiaron y arrojó su pandereta, hasta Andy Bell y Gem Archer, reflejaron con gestos y sonrisas que no era una noche más en el planeta Oasis.
Inserto dentro de este clima festivo, la recta final se adjudicó lo mejor. Así, en un rapto de nostalgia, Noel recordó que se cumplían dos décadas de que, como plomo de Inspiral Carpets, había pisado suelo argentino por primera vez, y asestó un golpe emotivo con “Don’t look back in anger”.
“Llévame al lugar donde vas / donde nadie sabe si es de noche o de día / y no mires atrás con ira”, entonaban a dúo la multitud y el Gallagher mayor, cayendo en la cuenta de que sus letras podrán no ser poesía pero se cantarán hoy, mañana y pasado, omitiendo generaciones.“Falling down”, “Champagne supernova” (¿la mejor canción de los noventa?) y el cover beatle “I am the walrus”, le pusieron la firma a un concierto brillante.
Gustavo Bove
Fuente; 10 música.com
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