Sí, mis queridos amigos de la radio. Anduvimos nuevamente en la gran ciudad palpitando la tercer y penúltima noche del Quilmes Rock 2008. Realmente, una fiesta del rock la del festival que tantas alegrías trae cuando se realiza. En esta ocasión reunió algo mas de 65 mil amantes de la música en castellano. Y, auque estas vez sin estrellas internacionales, las sorpresas fueron varias y debe entonces rescatarse semejante ritual en el país.
Eran las 17 pasaditas y los guasones se coronaron reyes de una tarde que de a poco se hacía mas caliente en la cancha de River. Dos discos repasados en vivo en lo que dejo down a mas de uno. A diferencia de las otras noches anteriores ya sin, por suerte, problemas de sonido. “Una noche más” fue elegido para el arranque de una decena de canciones que Soto y su banda regalaron al público deseoso de no morir en 100 años en un estupendo día.
Y llegaron los uruguayos de No te va a gustar. La banda de Emi Brancciari cayó al vacío del público argentino y deliró con temas de su último disco “Tan” y sus clássicos de los mas de 13 años de carrera. No por nada más de uno se sumó a la invitación de cantar junto a los compatriotas para después hacer temblar el piso de Núñez cuando coverizaron algo de Patricio Rey y sus redonditos de ricota. Todo un palo con 12 temas que recalentaron Núñez.
Fue entonces que la patria stone argentina hizo flamear banderas. Celebrando el regreso de Pablo Memi al bajo, Juanse y sus Ratones Paranoicos abrieron con simpatía su set que por momentos resultó hasta medio extenso hasta que vino una verdadera sorpresa para todos. Un hombre camuflado con piloto y sombrero salió a escena y cuando todos pensaron que no traía más que una amenaza de lluvia a una noche espléndida, vieron su bigote bicolor.
Charly García estaba invitado a la zapada con voz de rock argentino y la vuelta a la primera formación original de Juan Sebastián Gutiérrez. El padre del rock esposado liberó tensiones de los que lo quieren meter bajo rejas y nos metimos todos cerca de la revolución. Trajo influencias del nacimiento de nuestra musica cantando temas de sus anteriores albumes y diciendo que no importa un “Kill Gill” como disco no tan bien criticado para su último trabajo musical. Es que el SAY NO MORE mas que estrella es hito a disfrutar siempre.
Y el clima de fiesta enardeció aún mas en adrenalina. Era el turno de Las Pelotas y yo, realmente, esperaba verlos así. Con muchos mitos dando vueltas, con la locura de Sokol creyendo que no llega su final en la banda que siempre me hizo pensar en el italiano mas argentino que tuvo nuestro rock. Las miles de almas que gritaron “vamo, vamo, vamo las pelo...” creo que asintieron que quizás sea la última vez que toquen en vivo juntos.
Con traje y corbata, extrañamente apareció un Alejandro que cambió varias veces de vestiario pero hizo enloquecer diciendo ya no estas fuera de la leyenda Daffuncio, Martinez, Sussman, Jove y la historia se hizo presente volviendo a la tan deseada reunión que trajo alguna vez a Sumo nuevamente a escena sin Luca, pero nuevamente con Pettinato y Gillespie como invitados de honor.
Y el típico atuendo de don German D. Volvió a politizar hablando de Jorge Julio Lopez, de las Abuelas, del robo de petroleo en el sur del país. La fiesta para locos y no locos en una noche que a muchos nos hizo sentir nuevamente bajo una misa del rock que duro casi 20 temas. Una ida y vuelta cerrada con comunión de un “Basta” que corona 18 años de música comprometida con la realidad de la Argentina, el corazón de fanáticos y un buen sonido.
"Simplemente gracias” decía la remera del gran Sokol cuando fueron los bises. Todos, casi todos, desaparecieron y se acercó a la conticuación del escenario. Saludo a muchos y desapareció al ritno de un chau que espero no sea su última palabra en escena. Son años de cancha en el mismo pero también de tensión dentro y fuera. Me quedo igual la imagen de los magnificos yendo y viniendo, suplicando que sea renovada por otra no muy diferente.
Se vino así la parte más esperada por muchos. Una civilización piojosa se puso de pie. La banda de Andres Ciro Martinez cerró la noche con un show sinceramente genial. Los de El Palomar entraron en diferentes vehículos mientras el huevo gestante de su ultimo disco iba abriendose al son de una bicicleta triple, un citroen, el Micky en sidecar y el showman vocalista en auto de colección. Flasheante el manjar que traía un taxiboy.
Escuche lo que luego de la versión de Charly o la de Jairo, sería la mejor del Himno Nacional en la armonica de Ciro y ya la locura piojosa colmó el Monumental. Los clásicos piojosos movieron la masa de fanáticos que desde la platea parecian hormiguitas moviendo un mar azul y trayendo una maquina de sangre enardecente. Justo entonces un pogo de medianoche recordó al gran Jorge Guinsburg y mi instinto periodístico se sintió satisfecho.
“Un buen día”, realmente lo era. No solo por la grandeza en escena. Sino por los juegos de luces en pantalla, la vestimente variante en cada pase a otros temas. Los pibes de La chilinga para recordar el verano del 92 que conocí alguna vez con carvenicolas quemando la piedra de mi locura. Y un finale que valió la pena. Los juegos de manos, la lectura de cientos de banderas de todo el país que fueron a verlos. Y el pedido de Justicia por un pibe piojoso desaparecido y que en Babilonia sigue saltando muy despacito.
Eran las 17 pasaditas y los guasones se coronaron reyes de una tarde que de a poco se hacía mas caliente en la cancha de River. Dos discos repasados en vivo en lo que dejo down a mas de uno. A diferencia de las otras noches anteriores ya sin, por suerte, problemas de sonido. “Una noche más” fue elegido para el arranque de una decena de canciones que Soto y su banda regalaron al público deseoso de no morir en 100 años en un estupendo día.
Y llegaron los uruguayos de No te va a gustar. La banda de Emi Brancciari cayó al vacío del público argentino y deliró con temas de su último disco “Tan” y sus clássicos de los mas de 13 años de carrera. No por nada más de uno se sumó a la invitación de cantar junto a los compatriotas para después hacer temblar el piso de Núñez cuando coverizaron algo de Patricio Rey y sus redonditos de ricota. Todo un palo con 12 temas que recalentaron Núñez.
Fue entonces que la patria stone argentina hizo flamear banderas. Celebrando el regreso de Pablo Memi al bajo, Juanse y sus Ratones Paranoicos abrieron con simpatía su set que por momentos resultó hasta medio extenso hasta que vino una verdadera sorpresa para todos. Un hombre camuflado con piloto y sombrero salió a escena y cuando todos pensaron que no traía más que una amenaza de lluvia a una noche espléndida, vieron su bigote bicolor.
Charly García estaba invitado a la zapada con voz de rock argentino y la vuelta a la primera formación original de Juan Sebastián Gutiérrez. El padre del rock esposado liberó tensiones de los que lo quieren meter bajo rejas y nos metimos todos cerca de la revolución. Trajo influencias del nacimiento de nuestra musica cantando temas de sus anteriores albumes y diciendo que no importa un “Kill Gill” como disco no tan bien criticado para su último trabajo musical. Es que el SAY NO MORE mas que estrella es hito a disfrutar siempre.
Y el clima de fiesta enardeció aún mas en adrenalina. Era el turno de Las Pelotas y yo, realmente, esperaba verlos así. Con muchos mitos dando vueltas, con la locura de Sokol creyendo que no llega su final en la banda que siempre me hizo pensar en el italiano mas argentino que tuvo nuestro rock. Las miles de almas que gritaron “vamo, vamo, vamo las pelo...” creo que asintieron que quizás sea la última vez que toquen en vivo juntos.
Con traje y corbata, extrañamente apareció un Alejandro que cambió varias veces de vestiario pero hizo enloquecer diciendo ya no estas fuera de la leyenda Daffuncio, Martinez, Sussman, Jove y la historia se hizo presente volviendo a la tan deseada reunión que trajo alguna vez a Sumo nuevamente a escena sin Luca, pero nuevamente con Pettinato y Gillespie como invitados de honor.
Y el típico atuendo de don German D. Volvió a politizar hablando de Jorge Julio Lopez, de las Abuelas, del robo de petroleo en el sur del país. La fiesta para locos y no locos en una noche que a muchos nos hizo sentir nuevamente bajo una misa del rock que duro casi 20 temas. Una ida y vuelta cerrada con comunión de un “Basta” que corona 18 años de música comprometida con la realidad de la Argentina, el corazón de fanáticos y un buen sonido.
"Simplemente gracias” decía la remera del gran Sokol cuando fueron los bises. Todos, casi todos, desaparecieron y se acercó a la conticuación del escenario. Saludo a muchos y desapareció al ritno de un chau que espero no sea su última palabra en escena. Son años de cancha en el mismo pero también de tensión dentro y fuera. Me quedo igual la imagen de los magnificos yendo y viniendo, suplicando que sea renovada por otra no muy diferente.
Se vino así la parte más esperada por muchos. Una civilización piojosa se puso de pie. La banda de Andres Ciro Martinez cerró la noche con un show sinceramente genial. Los de El Palomar entraron en diferentes vehículos mientras el huevo gestante de su ultimo disco iba abriendose al son de una bicicleta triple, un citroen, el Micky en sidecar y el showman vocalista en auto de colección. Flasheante el manjar que traía un taxiboy.
Escuche lo que luego de la versión de Charly o la de Jairo, sería la mejor del Himno Nacional en la armonica de Ciro y ya la locura piojosa colmó el Monumental. Los clásicos piojosos movieron la masa de fanáticos que desde la platea parecian hormiguitas moviendo un mar azul y trayendo una maquina de sangre enardecente. Justo entonces un pogo de medianoche recordó al gran Jorge Guinsburg y mi instinto periodístico se sintió satisfecho.
“Un buen día”, realmente lo era. No solo por la grandeza en escena. Sino por los juegos de luces en pantalla, la vestimente variante en cada pase a otros temas. Los pibes de La chilinga para recordar el verano del 92 que conocí alguna vez con carvenicolas quemando la piedra de mi locura. Y un finale que valió la pena. Los juegos de manos, la lectura de cientos de banderas de todo el país que fueron a verlos. Y el pedido de Justicia por un pibe piojoso desaparecido y que en Babilonia sigue saltando muy despacito.
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