Spinetta vaticinó esa afirmación en la inmortal “Cantata de puentes amarillos”, tema clave de su disco, no menos clave, Artaud. Corría el 73 y se contraponía al tango que lloraba por los tiempos pasados y acunaba la nostalgia inbatible para en vez definir uno de los pilares de su estilo musical dentro del rock celste y blanco.
A 35 años de aquella máxima, Luis Alberto Spinetta decide reafirmarla bautizando a su nuevo trabajo como Un mañana. El título no es caprichoso y tiene que ver con la tragedia que sacudió al colegio Ecos, donde concurre una de sus hijas, en el cual un camionero alcoholizado chocó a un micro con alumnos de ese establecimiento, que volvía de una visita a Misiones con fines benéficos.
A 35 años de aquella máxima, Luis Alberto Spinetta decide reafirmarla bautizando a su nuevo trabajo como Un mañana. El título no es caprichoso y tiene que ver con la tragedia que sacudió al colegio Ecos, donde concurre una de sus hijas, en el cual un camionero alcoholizado chocó a un micro con alumnos de ese establecimiento, que volvía de una visita a Misiones con fines benéficos.
Hubo 9 muertos y unos cuantos heridos. Y con este título, Spinetta parece ponerse en la piel de esos padres que perdieron a un hijo, y a los que les es perentorio poder tener la posibilidad de imaginarse “un mañana”.Hay que aclarar que Spinetta, junto a otros músicos como Ricardo Mollo, pusieron el hombro a una gran campaña de concientización por la seguridad vial, que sin piquetes ni acciones extorsivas, lograron llamar la atención al problema.
Un mañana fue grabado en “La diosa salvaje”, y registrado en una cinta analógica, con la banda tocando en vivo, buscando reproducir el antiguo pero noble arte de la grabación a la vieja usanza, sin utilizar herramientas digitales en la obtención del sonido, aunque sí en su tratamiento final. La producción corrió por cuenta de Luis y contiene 12 canciones nuevas, a excepción de “Hombre de luz”, que pertenece a su padre, Luis Santiago Spinetta.
En una charla informal con la prensa, el Flaco comentó que “si bien la banda utilizada es la misma que en Pan, el disco suena completamente diferente, al punto que parece que hubiera pasado muchísimo más de tres años de intervalo”. Claudio Cardone en teclados, Sergio Verdinelli en batería y Nerina Nicotra en bajo, acompañaron a Spinetta, junto con algunos guitarristas invitados como Baltasar Comotto (también miembro del grupo del Indio Solari), Nicolás Ibarburu y Sartén Asaresi,que envió su participación desde Suiza.
El tema que será corte de difusión es “Mi elemento”, una canción en la que Luis utiliza su guitarra acústica. Otros títulos serán: “Vacío sideral”, “Despierta en la brisa”, “Canción de amor para Olga” (con guiños progresivos a lo Invisible), “Tu vuelo al fin”, “Para soñar”, “No quiere decir” (con Valentino Spinetta de invitado), “La mendiga”, “Hiedra al sol” y “Preso ventanilla”.
Así, el ex integrante de las míticas Almendra, Pescado Rabioso, Spinetta Jade y Los Socios del Desierto, edita de esta forma su álbum 36 en 41 años de carrera.Grabada en su propio estudio y con un sonido cálido y expansivo en cinta analógica - con todo el grupo tocando juntos-, y luego volcado a la tecnología digital, las 12 nuevas canciones estan fuertemente impregnado por las pérdidas de personas cercanas al artista. Entre ellas, el baterista Daniel Wirtz.
Sin embargo, y quizás por eso mismo, este trabajo es luminoso y esperanzado, quizás como un antídoto -para usar una frase del propio Luís - "contra todos los males de este mundo". Por eso, Spinetta define este álbum como "una entrega amorosa. Creo que es un momento breve el que podemos estar acá, maravilloso para hacer cosas buenas. Llámese música, ayudar a estos padres, o lo que sea que haya que hacer, hay que hacerlo bien, y punto".
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